A veces, buscando algo que me devolviera el impulso para iniciar una vida con propósito, salía por horas a algún parque, para sentir, en el contacto con la naturaleza y sus sonidos, una tranquilidad que me permitía estar a solas con mis pensamientos. Quería encontrar un mensaje en mi cabeza, una de esas señales que creemos que Dios nos dará de forma milagrosa o mágica, si cabe el término.

Tomaba mi bicicleta y, a veces, pedaleaba más de tres horas. Me encontraba con mis reflexiones y, en lo más hondo, con el dolor y la tristeza. Pedalear me hacía gritar por dentro, soltar todo lo que estaba sintiendo.

A mi mente llegaban miles de imágenes sin editar. Creía que había muchas maneras de hallar ese impulso de vida que tanto buscaba, esa voz que dijera: “por aquí es, ya lo tienes; organízalo y sigue adelante”.

Pero, al pasar al papel, todo se volvía simple y vacío. Nada parecía siquiera inteligente como para intentarlo. Aun así, una y otra vez iniciaba mi “proceso creativo” buscando ese punto donde, pensaba, llegaría el milagro.

Durante días, semanas y meses, tomé caminos distintos, llenos de bifurcaciones. Luego entendía que eran un laberinto cuya salida me dejaba en el mismo punto de partida. No me percataba; creía estar haciendo algo nuevo.

Con pena —y hasta vergüenza— por pedirle tanto en tan poco tiempo, un día, en medio de mis conversaciones con Él, me atreví a decirle con inseguridad: “Señor, ayúdame. No encuentro el camino; no sé qué hacer ni qué decir. Ni siquiera sé cómo pedírtelo, pero necesito encontrar ese propósito que le dé sentido a mi vida: avanzar sin mirar el dolor atrás, entender cuál es mi plan en este mundo y si realmente tengo oportunidad”. Fue una conversación íntima y trascendental. Sentí que, como antes, debía soltar, confiar y esperar.

Una noche, a eso de las tres de la mañana, me desperté con una frase que no me soltaba: “Hay una parte de tu vida que merece ser contada, pero no de forma visceral. Aprovecha tu sensibilidad por el arte y cuenta algo que impacte a otros que también necesitan entender tus apreciaciones acerca de las situaciones difíciles. Sobre todo, expresa lo que sientes de manera honesta y transparente: entrega inspiración y sana tú también, porque esto no es solo para ti, es también para quienes lo necesitan”.

Fue una respuesta directa de Dios hacia mí. No podía creerlo: una revelación abrumadora. Confieso que, por segundos, me costaba aceptarla; aun así, dentro de mí ardía un fuego que no bajaba su llama. Me senté a escribir y a detallar cada revelación para no perder ni un ápice de lo que debía decirse.

Tal vez, por lo sagrado de la experiencia, en mi percepción exageré algunos rasgos del propósito que se me encomendaba expresar.

Hoy, en medio de este proceso de construir un proyecto que amo, a veces siento que nada fluye o que los obstáculos se atraviesan. Cuando llegan esos pensamientos, vuelvo a aquella noche y recuerdo: esto no nace de mí; es el propósito que Dios sembró en mí para darme dirección. Si Él está conmigo, al final todo saldrá como debe ser. Mi tarea es confiar y no perder el impulso que hoy me libera del dolor y de la pena por lo perdido, para transformarlos en algo más grande que me permita empatizar con otros.

A veces pensamos que estos propósitos son gigantes: que llenarán plazas y nos darán fama o reconocimiento. No siempre es así. No se trata de lo grande ni de cuántos te aplaudan, sino de impacto. Si transformamos la vida de unas cuantas personas —o de una sola— para bien, hemos cumplido.

Cierro con esta reflexión: cada vez que queramos desfallecer, volvamos al punto donde todo cambió, a esa emoción que nos dijo que era lo correcto. Apropiémonos de ese sentimiento y no nos rindamos hasta llegar a la meta.

6 Responses

  1. Te admiro mucho, eres ejemplo de valentía fuerza y tenacidad en medio de la tormenta , no sé cómo se siente lo que estás pasando pero te admiro de verdad y no estás solo , yo estoy aquí , fiel seguidora

  2. Has sido elegido para inspirar la vida de otros, con seguridad muchas vidas se levantarán, muchas personas sanarán y encontrarán el camino, la verdad y la vida… pues tu testimonio será para Glorificar el nombre que es sobre todo Nombre! Admirable tu fuerza interior, te bendigo

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