EL REGALO

Un espacio breve para acompañar el crecimiento de El Regalo. No es un cuaderno de producción, sino un lugar donde anoto lo que se queda entre líneas: silencios, vacilaciones, pequeñas verdades. Escribo solo cuando algo pulsa por ser dicho, no porque el calendario lo reclame.
Alex Godoy

El impulso

A veces, buscando algo que me devolviera el impulso para iniciar una vida con propósito, salía por horas a algún parque, para sentir, en el contacto con la naturaleza y sus sonidos, una tranquilidad que me permitía estar a solas con mis pensamientos. Quería encontrar un mensaje en mi cabeza, una de esas señales que creemos que Dios nos dará de forma milagrosa o mágica, si cabe el término. Tomaba mi bicicleta y, a veces, pedaleaba más de tres horas. Me encontraba con mis reflexiones y, en lo más hondo, con el dolor y la tristeza. Pedalear me hacía gritar por dentro, soltar todo lo que estaba sintiendo. A mi mente llegaban miles de imágenes sin editar. Creía que había

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Un escritorio improvisado junto a una ventana con cortinas, donde hay una laptop encendida, una taza de café y una cámara fotográfica sobre la mesa.
Alex Godoy

El Proceso

Cuando te encuentras sumido(a) en la soledad, esperando una nueva conversación con esa persona que siempre estuvo a tu lado, y descubres que ya no está porque su partida se adelantó sin explicación, tu vida empieza a sentirse como una película sin guion ni escenas claras para continuar la historia. Todo se convierte en flashbacks, flashforwards, secuelas y precuelas; una sucesión de imágenes desordenadas que perturban la tranquilidad y que, a veces, invitan a rendirse. Así me sentí durante mucho tiempo. Pero en medio de esa confusión volvió a aparecer Él: mi salvador, protector, piloto de mi vida y director de mi historia, Dios. Con su amor me abrazó y me dijo: “Aquí estoy. Detente un instante, siente mi presencia,

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“Luz contenida entrando por una cortina; quietud que sugiere presencia y ausencia.”
Alex Godoy

¿Cómo nace el regalo?

El Regalo nace de una necesidad de desahogo: de querer contar las cosas que pasan por la cabeza y el corazón en momentos difíciles. En medio de manifestaciones de fe y de sueños, encontré el método para narrar la parte de mi historia que más pesa.  A veces queremos decir tanto, pero en el día a día no encontramos a quién contárselo: quizá ya hemos saturado a muchas personas con nuestra historia; quizá algunos creen que debemos pasar la página, o simplemente no saben qué decir.  En ese punto me he encontrado varias veces. Un día me senté en el balcón de mi casa, abrí el computador y empecé a escribir todo lo que sentía. Aparte de funcionar como una

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