
Siguiendo El Camino
Es cierto que, en medio de situaciones complejas, no es sencillo mantener el deseo de seguir por el rumbo que debemos tomar. Muchas veces queremos desviarnos, no por curiosidad ni por necesidad de probar otras cosas, sino porque no entendemos lo que hacemos o, simplemente, porque aparece el deseo de no continuar. Llámese desánimo, pereza o tristeza; o quizá el camino, sin quererlo, nos lleva a un punto que no comprendemos. Muy adentro sentimos que ese destino desconocido no tiene sentido: es una vía que “se supone” debemos tomar, pero ya no sabemos adónde nos lleva. Hablo, entre otras cosas, de la necesidad de sanar: de dejar atrás un poco de dolor, ese que ya venimos superando pero que, por



